La naranja es uno de los cítricos más “populares”: es ideal para refrescarse en verano con su jugo mientras descansas del agobiante calor o para comer con toda su pulpa de postre o en cualquier momento del día. La cuestión es que la naranja no sólo es rica, fresca y de aspecto agradable sino que también es una fuente excelente de vitamina C: una pieza mediana proporciona más del requerimiento diario de esta vitamina de una persona adulta.
Recordemos que la vitamina C es esencial para el organismo ya que participa en la formación de colágeno y ayuda a mantener altas las defensas contra las infecciones bacterianas. El colágeno es una sustancia componente de la piel y que, por ende, tiene una función principal para mantenerla sana y en buen estado.
Otras de las vitaminas que aporta esta fruta es la A y algunas del complejo B (tiamina, folato).
Además, las naranjas también poseen, por un lado, fibra soluble, en especial pectinas que ayudan a disminuir el nivel de colesterol en sangre, y, por el otro, bioflavinoides, que tienen propiedades antioxidantes. Sin embargo, hay que aclarar que estos antioxidantes se hallan en la membrana de la fruta, por ello, es preferible comerla entera y no beberla sólo en zumos.
Existen varios tipos distintos de naranjas, aunque todos ellos igual de sabrosos y de saludables: naranja de ombligo, la pérsica, la valenciana y
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